viernes, 28 de marzo de 2008

Micah P. Hinson





Me permito el "copiarypegar" de un artículo de elpais.com como introducción a un cantante que me ha hecho experimentar la música como pocos antes:



Micah P. Hinson: Veinte cigarros, veinte canciones y una tumba a la luz de la luna
ALFONSO CARDENAL - Madrid - 30/09/2007




“El arte de la música es el que más cercano se halla de las lágrimas y los recuerdos”, decía el inmenso Oscar Wilde. Muchas lágrimas y muchos recuerdos recorren las canciones de Micah P. Hinson. Reflexiones en voz alta de los errores y los olvidos.
La voz de Micah tiene el peso de las grandes voces trotamundos y no han tardado en salir las odiosas comparaciones, hablan de Johny Cash, Leonard Cohen o Nick Cave. En realidad tiene un toque sumamente personal.
Así salió en una sala Heineken llena hasta la bandera. Sólo, vestido con vaqueros, cazadora, gorra y paquete de tabaco. “Soy pobre y me han robado, la próxima vez traigo banda. Hoy viene un amigo de batería, la ha aprendido a tocar hace dos semanas y sólo se sabe mis canciones.”
Dialogante como pocos, el americano, humilde, cercano y normal, montó su equipo, cogió la guitarra barata que le han dejado y se presentó. Más de veinte canciones sirven de botón para conocer su country, su folk y su rock. Su esencia sonando en una sola guitarra en la que luce la foto de su chica.


Camino al infierno


My time wasted, Don?t leave me now, Diggin? a grave o Almost Impossible son excelentes canciones. Temas llenos de sinceridad, de problemas cercanos a todos, y de un vitalismo que le ha sacado de los peores momentos de sus días más oscuros.
Inmersos en una época de historias vacías con melodías enlatadas, el encuentro de esta nueva generación de músicos americanos, (Josh Rouse, Amos Lee, Ryan Adams…) da un nuevo giro al panorama extranjero.
En un micro años cincuenta, llenando el solo una sala inundada en el silencio, Micah, dijo todo lo que tenía que decir. Bromeó, atendió peticiones, firmó autógrafos y como se dice en los toros, se ganó la puerta grande.
La vida de Micah es la fuente de tristeza y aventura literaria que empapa de melancolía y dolor sus composiciones. Nació en Memphis el día que dispararon al presidente Reagan, pero pronto marchó a vivir a Texas. En esa ciudad nueva, Micah no tardo en hacerse un hueco en la escena musical. Se enamoró perdidamente de una mujer mayor, modelo de Vogue, alocada y peligrosa, que le empujó por un camino destructivo. Ese amor le llevó en pocos años al fondo de un pozo de alcohol, drogas y pequeños delitos que acabaron con sus huesos en la cárcel cuando fue detenido por falsificar recetas. A los dieciochos años había perdido a su familia, su coche y todo su dinero por un amor equivocado.


Cárcel y primer disco


Cuando salió de la cárcel con veinte años, era un sintecho. Se hospedaba en suelos de cuartos conocidos y encontró trabajo en una empresa de telemarketing. Durante ese tiempo Micah escribía compulsivamente temas que iban almacenándose en cajones.
En el invierno de 2003, su suerte cambio iniciando la lenta salida del camino al infierno. Unos viejos amigos de Texas, que tenían una banda (The Earlies), revisaron esas canciones y de aquello salió, Micah P. Hinson and the Gospel of Progress, su primer disco. Desde entonces las buenas criticas no han parado de llegar y todo ese apoyo ha rehabilitado a un Hinson que a su veinticuatro años sacaba su segundo disco, Baby And The Satellite, y un año después el tercero, Micah P. Hinson And The Opera Circuit . Para la próxima primavera se espera el siguiente.
Y así se reconciliaba Hinson después de sus últimas cancelaciones, a lo grande, con clase, talento y carisma. Tocó hasta que le dejaron, se despidió, cogió sus cosas, saludó a la gente de las primeras filas y se marchó dejando la incomparable sensación de haber visto algo diferente. A un gran músico, al antiheroe del glam, a la voz.


elpais.com



Micah P. Hinson visitará España este mes de abril. Si tenéis la oportunidad de ir a verle, no lo dudéis.
Micah P Hinson - Beneath the Rose:
Micah P Hinson - Yard Of Blonde Girls:
Micah P Hinson - Don't you forget:

Quotation Marks

"No quiero quedar como el que estropeó Star Wars"
(Hayden Christensen)

miércoles, 26 de marzo de 2008

La Gran Solución




Lo que ocurrió fue que el nuevo capataz ordenó sembrar por error todas las semillas juntas de las dos variedades de bayas: las comestibles y las venenosas. Un mes más tarde, cuando las plantas crecieron, nadie se atrevía a probar el fruto porque no había manera alguna de distinguir las unas de las otras.
- ¡Cerdos! – sugirió el Inteligente – Los cerdos son capaces de diferenciar una baya buena de una mala.
Así, metieron cientos de éstos en los campos de cultivo, siendo la operación un completo éxito, ya que los sabios animales devoraron todos los deliciosos frutos comestibles.
- ¡Maravilloso! – gritaron algunos.
- Sí, ahora no nos queda duda alguna de cuales son las bayas que no podemos comer – se autoexplicó el salvador de la cosecha.
- Es usted un genio – dijo, con toda la sinceridad del mundo, un crítico.
- Lo sé, lo sé, gracias.


martes, 25 de marzo de 2008

Un poema dedicado

Dicen que cuando no eres capaz de hacer algo mejor, coge a quién lo hizo bien, y cópiaselo. No es mi estilo, pero si me piden una poesía y tengo que escoger una… pues creo que esta es la mejor.

Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde, animoso,

no hallar, fuera del bien, centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso.

Huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor suave,
olvidar el provecho, amar el daño ;

creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño:
esto es amor. Quien lo probó lo sabe.

Gracias por dejármelo, Lope ;)

Dedicado a… quien me lo ha pedido.

lunes, 24 de marzo de 2008

Camino a la eternidad



NO SUFRAS MAS NO IMPORTA, SIENDO COSA PASAJERA, NO HAY PORQUE SUFRIR; NO MERECEIS LLORAR PUES MI PERDIDA NO OS CAUSARÁ GRAN DOLOR....


TRANQUILIZAOS PUES YA SABEIS MIS SENTIMIENTOS HACIA VOS, Y MIS RESENTIMIENTOS SE BORRARAN Y PERDERAN EN EL TIEMPO...


MARCHO TRANQUILA POR SENDEROS OSCUROS Y SOLITARIOS LABRADOS POR LA MUERTE, RECITANDO MIS PENSAMIENTOS EN VERSOS, VERSOS QUE ARRASTRARÁ EL VIENTO Y ESCUCHAREIS ULULAR EN VUETROS OIDOS...


VAGARÉ ETERNAMENTE EN BUSCA DE AQUELLAS ALMAS PERIDAS QUE AUN DESCONCERTADAS POR LO SUCEDIDO, BUSCAN DESPISTADAS AQUELLA LUZ A SEGUIR...



CUANDO LLEGUE EL MOMENTO, ESPERARÉ VUETRAS ALMAS, QUE VENGAN A HACERME COMPAÑIA Y ASI, SACIAR MI SOLEDAD....


RECORREREMOS EL LARGO CAMINO JUNTOS DE LA MANO... SUSURRANDO AL VIENTO PALABRAS DE AMOR...

sábado, 22 de marzo de 2008

Estamos en crisis



- Estamos en crisis. Fíjate bien, -el dedo índice pasa zumbando ante la cara del otro para recaudar todavía más atención al énfasis que de por si confiere su tono de voz, -la mitad de mi sueldo se me ha ido este mes en la hipoteca; y la otra mitad, en facturas.
- Amén. –asiente el interlocutor, hombre tan robusto como callado, mientras saborea su trago de Osborne.
- Aún con el sueldo de mi mujer, a duras penas conseguimos tirar. Entre pagar escuela, pagar gasolina, pagar comida… Hoy somos tres a dormir en mi cama: mi mujer, yo y la hipoteca. Es el nuevo contrato matrimonial, pero sin dos personas que lo sustenten, está abocado al fracaso. –un contundente giro de cabeza y su compañero asiente con brío. –Es la esposa más exigente e infiel que te puedes echar a la cara. Fíjate que hoy se acuesta con más de la mitad de España… -los dos se permiten una amplia carcajada que hace bailar los licores en los vasos. -¿Y los sueldos? Diez años llevo ya trabajando para la misma empresa. Diez años, ¡diez! –los dedos de sus manos se abren insistentemente ante las narices del atento oyente. –Y malditas las cuatro perras que me han subido en todo ese tiempo. Son unos chupasangres. –su interlocutor se permite un ligero gruñido que acompaña el cabeceo de aprobación. –Pero la culpa es nuestra, que nos dejamos sangrar. Si fuera como antes… ¿Antes? Antes esto no era así. Eran otros tiempos. Difíciles y aún así el pueblo sabía pedir su lugar. –el puño cayó pesadamente sobre la mesa. –Nos hemos vuelto conformistas, tan protestones y gruñones que solo sabemos quejarnos de los latigazos sin amarrar el brazo que nos fustiga. –hace una pausa y se permite otro trago de coñac mientras la tez roja de su cara vuelve a la normalidad tras la exaltación del momento. – ¡Estamos en crisis, joder! Y lo que hace falta, ¡es una revolución! Tanta manifestación y tanta firma que no sirve de nada. ¡Actuar es lo que hay que hacer! –su cara recupera progresivamente el color rosado mientras su puño se cierra con potente teatralidad. -¡Tomar las riendas! ¡Ni impuestos, ni hipotecas, ni IPC, ni gaitas! ¡A esos cabrones es a los que hay que ponerle la soga al cuello!¡Pero una bien gorda!
- ¡Amén! –secunda asintiendo con la cabeza.
- ¡Camarero! ¡Cóbrame! –grita al muchacho que está detrás de la barra secando la vajilla.
- ¿Dos coñacs? Doce euros. –dice tranquilamente. El hombre se termina su trago y saca su cartera a regañadientes. Abre el hueco de la billetera comprobando que le queda un billete de cinco euros.
- ¿Aceptas tarjeta?

miércoles, 19 de marzo de 2008

Manual de Términos Útiles, por el Profesor W.S. Sverganism (1)


Con A de:
Accidente: fachada del incidente.
Alarmista: persona con excesivo tiempo libre.
Albino: mirarle de reojo, con curiosidad.


Con B de:
Babia: perfecto lugar para las vacaciones.
Baca: rumiante analfabeto.
Bríos: alto cargo de un partido político con gran cantidad de militantes extraoficiales.


Con C de:
Caballería: siempre en el momento oportuno.
Cálculo: enfermedad renal que afecta solo a matemáticos.
Chisme: el mejor invento de la humanidad.


Con D de:
Decisiones: estoy en ello.
Discografía: cuanto más corta, mejor.
Duraluminio: sí, tal cómo lo oyes.


Con E de:
Emular: si queda bien, llamarlo homenaje, si no, tacharlo de asquerosidad.
Encordar: ocurre al comer mucha crasa.
Escalinata: solo se pueden instalar en lugares misteriosos.


Con F de:
Fácil: ¡JA!
Fisgón: primer nivel en la academia de espías.
Fuselaje: conjunto de piezas que nunca funcionan como deberían.


Con G de:
Gazapo: el oro de los críticos y de los curiosos.
Guardián: más efectivo que “Guardia”.
Guindo: árbol que da estúpidos.


Con H de:
Héroe: concepto sobrestimado.
Humanizar: los robots futuristas saben hacerlo mejor.
Huy: casi gol.


Con I de:
Iceberg: metáfora utilizada para hundir barcos famosos.
Imitar: ver “Emular”.
Ira: menos frecuente de lo que se piensa.


Con J de:
Jogging: todo el mundo lo ha hecho alguna vez.
Junior: “me gusta más Indiana”.
Juzgar: acto reflejo.


Con K de:
Kendo: tratar con respeto a quien lo practica.
Karate: reirse en la cara de quien lo practica.


Con L de:
Lago: cuanto más grande, más grande es el monstruo.
Licor: hay uno para cada ocasión.
Lustrador: eterno enemigo del Limpiabotas.


Con M de:
Madrugón: vulnera los Derechos Humanos.
Moderno: imitación ignorante de lo antiguo.
Musa: todas putas.


Con N de:
Noble: elemento de la geografía británica.
Novela: todo el mundo “está” escribiendo una.
Nueve: comentar con sorna la primera acepción que le da la RAE.


Con Ñ de:
Ñoño: acaba siempre convertido en politono para teléfonos móviles.


Con O de:
Obispado: en mi pueblo, persona despierta e inteligente.
Original: concepto que yace apaleado en una cuneta.
Oxígeno: droga dura.


Con P de:
Pacífico: terrorista peligroso encubierto.
Pera: en la calle se dice que es la fruta más antigua del mundo.
Pocilga: habitación del genio.


Con Q de:
Queso: mmm…


Con R de:
Rata: mascota del pobre
Redada: situación en la que todo el mundo corre de un lado para otro. Imprescindible la presencia policial; de no haberla, llamarlo tumulto.
Roncar: lo hacen para indicar que aún siguen vivos, los malditos.


Con S de:
Sarcasmo: deberían hacerle un monumento.
Sano: por poco tiempo.
Susurro: lo hace el viento en los poemas cutres.


Con T de:
Tablón: se suelen encontrar cosas bestialmente curiosas en ellos.
Tejón: siempre lleva gafas de leer redondas.
Toldo: casi siempre es mejor tenerlo recogido.


Con U de:
Uve: ver siguiente apartado.


Con V de:
Vagos: grandes pensadores.
Vergüenza: no existe la cantidad equilibrada.
Vomitivo: cualquier serie producida por Antena 3.


Con Y de:
Yuxtaposición: conversación con desconocidos o, en su defecto, con personas que caen mal.


Con Z de:
Zoquete: estudiante.

martes, 18 de marzo de 2008

Gaia.


El muchacho tenía entre sus manos un instrumento de viento formado por madera. A su alrededor, una decena de cachorros metis le preguntaban y bromeaban con él. Era el tejecuentos. Se decía que al llegar las fiestas nunca repetía una historia, y que sus palabras podían hacer aflorar la pena más honda, así como la alegría más reconfortante.

- Maëlwyn ¿quién es gaia? –pregunto tímidamente uno de los niños con los ojos ligeramente entrecerrados.

El galliard jugueteó un poco con la flauta, sopló por uno de sus agujeros para comprobar que estaba hecha en condiciones y comenzó a hablar, con una voz suave como el viento al acariciar la hierba en verano.

- Gaia es nuestra madre –todos guardaron silencio al ver que iba a contar otra historia más– No Liz, tu madre. O la tuya Arthel… si no una madre de todos. Quien nos dio la posibilidad de vivir aquí… aunque también es donde vivimos. Gaia es todo. Por eso es demasiado difícil de explicar. Podría deciros que es algo que deberíais comprender al haceros mayores… pero es mi deber explicároslo, así como hicieron conmigo. ¿Veis esa flor? –los chiquillos corrieron hacia ella y cuando uno de ellos fue a arrancarla de la planta donde estaba unida el galliard lo detuvo– No, ella también es Gaia. Gaia nos rodea… y nosotros también somos gaia. En todos nosotros hay una parte de ella. Es quien nos guía, quien nos aconseja qué hacer… gaia es esa voz que nos orienta. La fuerza con la que seguimos en pie aunque nos vayamos a caer. Gaia… -susurró mientras su mirada se perdía más allá en el bosque. Los cachorros comenzaban ya a moverse de nuevo como críos que eran. Y de nuevo el galliard hizo de compañero de juegos mientras de reojo miraba parte de lo que era gaia.

viernes, 14 de marzo de 2008

Tesoros ocultos

Hoy quiero compartir con quien queira aprovecharlo un resquicio de tesoro que llegó a mis manos por una bendición del destino. Hace ya un tiempo una vecina mía bastante anciana encontró limpiando su casa un manuscrito que su marido, ya fallecido hace décadas, había escrito cuando estaba en la carcel condenado a muerte en aquellos tiempos duros que España pasó. Conociéndome, mi madre se lo pidió prestado para mostrármelo y ¡ay! lo que me costó retener las lágrimas cuando lo vi. Leer aquella caligrafía hermosisima que el amarillento de los años no había conseguido borrar mientras pasaba las páginas como si estuviese acariciando el cristal mas fino del mundo, me hizo sentir privilegiada. Aproveché el manuscrito durante toda una semana en la que lo releí una y mil veces, y lo pasé a limpio para guardar aquellas poesías para mi disfrute personal. Hoy quiero compartir una de ellas, que me ha costado elegir, pues para mi todas ellas son igual de buenas. Me siengo orgullosa de haber nacido al lado de una persona que fue capaz de destilar tal sensibilidad en mitad de la nada, segun dirían unos, y en medio de la magia que desprende el interior de mi tierra, según opino yo.
Escribía en español, asi que lo que leéis está tal cual lo dejó el.
Espero que os guste.


La muerte ocultada.

A cazar iba don Pedro
Por esos montes arriba
Caminara siete leguas
Sin encontrar cosa viva
Si no fueran cuervos negros,
Que las perros no querían.
Apeóse a descansar
Al pie de una seca encina;
Caía la nieve a copos
Y el agua menuda y fría:
Allegósele la muerte
A tenerle compañía.

D. Pedro vuelve hacia casa,
El alma en penas metida.
-¡Albricias, hijo don Pedro,
Que dármelas bien podías,
Pues tu querida doña Alda
Un varón parido había!
-Albricias pide mi madre,
Tristes albricias serían;
Mala caza es la que traigo:
La Muerte en mi compañía!
Hágame, madre, la cama
Allá en la sala de arriba;
Que nada sepa doña Alda
De este mal que yo traía,
Y no le digan mi muerte
Hasta los cuarenta días.

Mientras que le hacen la cama
Entrara a ver la parida:
-¡Dios te bendiga doña Alda
Y al infante que tenías,
Dios te bendiga en mi ausencia,
Que el Rey a llamarme envía.

A eso de la media noche
La casa se estremecía;
En el cuarto de don Pedro
Grandes lamentos hacía;
En el cuarto de doña Alda,
Al niño le hacen alegría.
-Diga, diga, la misuegra,
Digame mi siempre amiga,
¿por quién tocan las campanas?
-No tocan sino por ti,
Con bien parido habías.
-Pareceme oír responsos,
¿A quién enterrarían?
-Es la fiesta del patrono
Y hay procesión en la Villa.

Llegara pascua de flores;
¿Doña Alda quiere ir a misa:
-Diga, diga la mi suegra,
¿qué vestido me ponía?
-Como eres rubia y muy blanca,
Lo negro bien te estaría.
-Viva, viva, mi don Pedro.
La prenda que más quería,
Que para vestir de luto,
Bastante tiempo tendría.

Las doncellas van de luto
Ella de oro y grana fina
Encontraron a un pastor
Que de su hato volvía.
-Qué viudita más hermosa:
¡viuda y en grana vestida!
-Diga, diga, la mi suegra,
Ese pastor qué decía?
-Que caminemos, doña Alda
Que perdemos la misa,

Al entrar para la Iglesia,
Al tomar agua bendita;
-Diga, diga, la mi suegra,
Diga la mi siempre amiga,
-¿por quién son esos hachones,
Que arden en nuestra capilla?
-Dirételo, doña Alda,
Pues de saberlo tenías,
Aquí se entierran los grandes
Caballeros de Castilla;
Aquí se enterró a don Pedro,
La prenda que más querías.


¡Llorar como ella lloraba!
¡Plañido el que ella plañía!
Los anillos de sus dedos
Con sus dientes les retorcía.
Vestidos de grana y oro,
En pedazos los rompía,
-¡Desgraciado de mi hijo,
Sin padre y sin madre seria!
¡Cuídesmelo tu, mi suegra,
Yo con don Pedro me iba!
Válgame la Virgen Santa,
Válgame Santa María
Y me despido de todos
Adiós, para siempre, Adiós.

miércoles, 12 de marzo de 2008

La Triste Historia de Little John (3ª Parte)


Odessa, Texas.
Toy Place Pub.
21:42

‘Toma tus estúpidos ganchitos y termina tu estúpida historia’.
‘No es estúpida, es real. Tan real como lo es Little John, muchacho. Little John… Bueno, Little John ya no es Little John. Ahora es Old Will. Y antes de que me preguntes nada, ni se llama John, ni se llama Will. No le dice nunca a nadie su verdadero nombre; solamente lo sabe él y su madre. Pues Old Will regenta un bar de carretera en Ohio, uno de esos antros donde solo hay camioneros como yo… El condenado es ahora un perro viejo; ahora si que le viene al pelo lo de Old’.
‘¿Qué pasó con él?’.
‘Bueno, je, seguramente me pasé diciendo que lo “fusilaron”, pero solo usé las mismas palabras que él utilizó cuando me lo contó. Uno de los japos le puso la pistola en el pecho y ¡BANG! La bala le atravesó y él perdió el conocimiento. Lo dejaron allí tirado, creyéndole muerto, pero obviamente, no lo estaba. Lo que sí pasó fue que perdió mucha sangre, tanta que yo creo que fue eso lo que le dejó medio tarumba, ¿te he dicho que está medio tarumba?, pues lo está. A la mañana siguiente se despertó; el hombro le dolía tanto que casi no le dolía apenas. Tú me entiendes lo que quiero decir. El tío los tenía cuadrados, por que si no yo no puedo explicarme que aún tuviera fuerzas para tratarse la herida. Cogió dos planchas de piedra muy fina, las lavó bien con agua de mar y con ellas se taponó la herida de entrada y la de salida, atando un trozo de su chaqueta a modo de venda, para sujetarlas bien. Ya te digo, cuadrados. Es un tratamiento poco ortodoxo, supongo, pero aquel tío lo hizo y, joder, está vivo. Tarumba, pero vivo. Luego pasó dos días en aquel maldito islote, él solito. Él y las cenizas de la torre. Los japoneses… Dios sabe donde se fueron. A vigilar otro islote, seguramente, ya que ese estaba perdido. Al tercer día, un barco de pesca local lo rescató.’
‘Santo Cielo. Yo no hubiera aguantado vivo’.
‘Ni tú, ni yo, ni nadie… bueno, yo a lo mejor. Pues estuvo viviendo con aquellos pescadores durante siete años, trabajando con ellos. Dijo que en siete años no entendió ni una sola palabra de lo que hablaba esa gente. Ni siquiera supo decirme en que país estuvo. Pasados esos siete años… que tengo la impresión, sinceramente, de que fueron más, se levantó un día y, sin decirle nada a nadie, se largó. Se metió de polizón en un mercante que iba a Hawai, pero el muy imbecil acabó en Alaska. Allí conoció a su mujer. La dejó preñada y ella quiso tener el niño en su Ohio natal. Y en Ohio acabó su viaje. Allí está él. Little John. Old Will. En su bar de carretera. Medio tarumba o tarumba completo. El ejercito puso su nombre en una placa conmemorativa en Washington: “En memoria de Little John”. Ya ves.
‘Una historia muy triste’.
‘Es triste. Incluso si lo miras desde cualquier otro punto de vista, es triste’.
‘Sí’.
‘¿Te hace otra?’.
‘Sí, claro. Otra. A la salud de Little John’.
‘Y otra a la salud de Old Will’.

lunes, 10 de marzo de 2008

Palabras


Aquella tarde de frío y lluvia terminaron bajo una manta en una habitación. Reían. El se negaba a hablar, le divertía. Acabaron abandonados a los juegos y a las risas que perdieron hace años, pero aun así, las miradas enamoradas seguían cruzándose.

Se señalaba el pecho, dibujando un corazón. Tras eso, la señalaba a ella.
-Tu... corazón... yo... - reía divertida, y sin pararse a ordenar las palabras se abrazaba a su cuello cubriéndole de besos.
Él Sonreía orgulloso. Jugaron una y otra vez, haciendo ver las cosas mas bellas con los gestos mas simples.
-Ésta no la entiendo, amor.- Dijo sonriendo. Él se levantó buscando papel y lápiz. La miraba con el amor mas intenso mientras escribía en el papel. Leyó la frase y se paró el tiempo. Los corazones latían al unísono, cogidos de la mano...
" Sobran las palabras"

-Mi vida... - Le susurró al oído. Le abrazó fuerte, tan fuerte que pudieron fundirse en uno.
Llegaba el último acertijo. Ella le miraba interrogante, sentada al otro extremo de la cama. Él comenzó a gesticular, despacio, sonriendo, con una delicadeza infinita. De repente se paró en seco. Sonrió y se acercó a ella. Tras cogerla de la mano se dirigió a la pared, y en ella, con el dedo índice, dibujó un símbolo, su símbolo, por siempre. Aquella maravillosa tarde alcanzó quizá la felicidad plena un segundo.
Ahora, pasado tiempo, Aquel símbolo sigue incrustado en la pared, y grabado por siempre en su corazón.
" Hoy, aun siguen sobrando las palabras, mi ángel... "

Diagnóstico


Me muero. Lo sé. El doctor lo dijo. Me comenzó a dar mala espina desde que acudí a su consulta y en lugar del “buenos días ¿como está?” dijo que lamentaba tener que darme una mala noticia.

Todo empezó hace unos días. Cuando desperté en medio de la noche. Empapado en sudor. Con una tos bronca, fuerte, desgarradora. La sangre acojonó lo suyo, pero lo que de verdad tuvo el mérito del susto fue la siguiente tos. No eché sangre, o bilis. Me arranqué un trozo de mí.

- Cáncer –las palabras cayeron como un hacha sobre la cabeza de un condenado –Terminal. Puede que le resten dos meses “tranquilos”. Después llegará el dolor. Si lo desea… el hospital tiene buenas instalaciones… Lo siento…

Joder. ¿Lo siente? ¡Y una mierda! Lo siento yo. Yo soy a quien le acaban de poner fecha de caducidad. El que ya empieza a respirar con la muerte pegada a la espalda.

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Tiré los cigarrillos a la primera papelera que vi. Pensaba que habiendo vivido tanto lo mínimo era morir a manos de algún capullo con suerte. Dejar el mundo con una sonrisa socarrona y mi cigarrillo en mis labios, como tantas veces había irrumpido en las reuniones. No así. Nunca imaginé que fueran a matarme ellos, pero así es ¿A quién pretendo engañar? Dos paquetes diarios desde los trece años ¿Qué esperaba? Yo mismo me asesiné.

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He comprado otro paquete. Total, más jodido no puedo estar. Los pulmones me ardieron al correr para alcanzar el puto taxi. Ya no pienso “me estoy haciendo viejo” ahora lo que planea sobre mi mente es “me muero”.

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He ido apartando poco a poco a mis colegas de mi lado. No tienen porqué soportar esto. Miro atrás y no me arrepiento de haber vivido como lo he hecho. Sin embargo, ahora miro delante y tengo miedo.

Esta mañana desperté envuelto en sudor otra vez. A tientas busqué el paquete y me encendí un cigarrillo más. No he tenido que ir al baño. Supongo que el jarabe que me ha recomendado el doctor me evitará tener que echar el resto de mis pulmones.

Miré el revolver. Lo rocé con la punta de mis dedos. El frío tacto del metal hizo que me lo pensara. Tampoco es el final que tenía pensado ¿Qué coño puedo hacer?

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Cat me lo dijo ayer. El comentario que necesitaba para despertar. Para agarrar las pocas fuerzas que quedan: “Si tan poco tiempo te queda, si tan poco tienes que perder… si tanto quieres vivir… Joder, vívelo. Date el lujo ¿Quién sabe si mañana vas a tener suficiente valor para hacerlo?” Pese a ello. Aunque sé que me quedan cosas que vivir.

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Hoy solo quiero esperar. Tener en mi mano el whisky. En mis labios el cigarrillo y esperar ¿Acaso no es lo que hacen los condenados a muerte?

Cuando venga y me vea con mi cigarrillo, mi alcohol, y mi jodida sonrisa burlona, lo sabré completamente segura:

“He vivido bien. Pero sé morir mejor.”

sábado, 8 de marzo de 2008

Mi gran aventura (Segunda entrega)



La densa niebla que empujaba el navegar de nuestro rumbo fue al fin despejándose cuando la luna se acicalaba ya coqueta sobre su propio reflejo, desdibujado en la superficie del mar que nos vigilaba muchos metros abajo. Las velas tensadas por el viento nos llevaban velozmente a través de las últimas nubes que abrían el telón al intenso firmamento, y los marineros entonaban un canto armonizado de fondo con la música que producían las botellas de ron al chocar en alegre brindis.
“La luna en el mar riela
en la lona gime el viento,
y alza en blando movimiento
olas de plata y azul;
y va el capitán pirata,
cantando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa,
y allá a su frente Istambul”
Mientras, con sus rotundas melodías de fondo, escuchaba embelesada la seductora voz de un galante caballero unido a nuestra causa (aunque yo todavía desconocía el propósito de la misma) que se postraba ante mi rodilla al suelo acariciando mi mano entre las suyas.
- ¿No es verdad ángel de amor, que en esta apartada orilla más clara la luna brilla y se respira mejor? –Mi sonrisa no tuvo tiempo a calar en su mejilla pues de un empujón, su pose y su persona fueron substituidas por William, que tornaba fugazmente el susurrante gruñido por una elegante reverencia servicial.
- ¿Pero qué luz es la que asoma por allí? ¿El sol que sale ya por los balcones de oriente? Sal, hermoso sol, y mata de envidia con tus rayos a la luna, que está pálida y ojeriza porque vence tu hermosura cualquier ninfa de tu coro. –me sonrojé casi inconscientemente dejando que la pigmentación de mi piel cediese a sus adulaciones, pero de nuevo, el lado más rudo y cavernoso del hombre retumbó trazando una pared invisible en aquel momento idílico.
- ¡Tierra a la vista! –nuestras cabezas cambiaron de las alturas del mástil donde todavía estaba encaramado el ojeador, al horizonte que se rompía por fin por una línea desigual cuyo color desafiaba al azul intenso del mar.
- ¿Dónde estamos? –pregunté mientras el barco se adentraba ya sobre la línea de costa
- ¡En Hollywood, querida! –bramó el Capitán gesticulando sonriente como queriendo dar grandeza al asunto. –El lugar donde los sueños se hacen realidad, “para algunos, claro” –añadió en un susurro que golpeó duramente mi oreja mientras las puntas de su bigote mal recortado me hacía cosquillas.
- El lugar donde los sueños encuentran la soga que ha de abrazar su hermoso pescuezo. –dijo William con una mirada triste.
Atónita, corrí hasta popa y saqué medio cuerpo fuera para comprobar que, bajo el barco, calles enteras, por no decir avenidas, donde se levantaban enormes chalets y mansiones, iban poco a poco quedando atrás y configurando una colina en la que unas poderosas letras daban la bienvenida al lugar.
Lentamente, la galera se dirigió hacia unos edificios de aspecto un tanto abandonado, posiblemente algún estudio de filmación antiguo ya en desuso. Fue poco a poco aminorando la marcha hasta detenerse y el puente se bajó para permitirnos descender por fin a tierra firme. Para mi sorpresa, un grupo de orcos sucios y feos nos esperaba nada más bajar el barco.
- Son fugitivos de nuestros enemigos. Prisioneros de guerra que han conseguido huir y se han unido a la causa. –me explicó William.
- ¡Tarde como siempre, escoria! ¡Aún quedan cabezas que cortar! ¡Vamos, ratas de cloaca, desembarcad! –gritó uno que tenía las orejas endiabladamente retorcidas.
- Un mago nunca llega tarde. Ni pronto. Llega exactamente cuando se lo propone. –dijo una anciana voz a mi espalda. Casi muda de la impresión, me di la vuelta para ver una figura que me resultaba deseosamente conocida. Tuve que alzar mucho la cabeza para poder ver por completo la punta de su gorro picudo mientras él se acariciaba la larga barba blanca sonriéndome. Sin poderlo resistir, me abalancé sobre él (evidentemente más o menos a la altura de su ombligo) y lo abracé casi con lágrimas en los ojos.
- ¡¡Llévame contigo!! –se me escapó. Qué queréis. A una no le aparece Gandalf todos los días. Perdí un poco los papeles.
- ¿Y los enanos? ¿No iban a venir también? –preguntó William mirando receloso al mago de reojo.
- Me temo que no podrán acudir finalmente. Se ha declarado toque de queda en La Montaña Solitaria por el robo de uno de los cabellos de Galadriel del Museo de Thorin Escudo de Roble. Es un asunto de causa mayor, como comprenderéis. –contestó Gandalf caminando tras el Capitán conmigo todavía asida a su cinturón. (Casi podía sentir el palpitar de Glamdring al lado de mi corazón…)
Me solté de mala gana debido al entumecimiento de mis brazos cuando enfilábamos ya las calles que se dibujaban casi con regla entre los estudios.
La noche nos cobijaba todavía ofreciéndonos el escaso pero suficiente brillo que el sol reflejaba en la superficie de nuestro satélite para movernos con cierta comodidad.
Nuestro pequeño ejército deambuló a sus anchas hasta llegar a la embocadura en una gran avenida principal que la luz callejera se ocupaba de resaltar. Apiñados contra la pared de uno de los estudios, esperaban nuevas órdenes. El Capitán y William se adelantaron hasta unos contenedores y me hicieron una señal para que me acercara. Como pude me arrastré hasta su posición un tanto nerviosa por no saber todavía de qué demonios me estaba tratando de ocultar.
- ¿Queréis decirme de una vez qué sucede? –salté en gritos a baja voz cuando llegué junto a ellos, apoyándome en el cuerpo cilíndrico de una señal de stop para no perder el equilibrio. -¿qué estamos haciendo aquí?
William y José se miraron entre ellos arqueando una ceja, pero no tuvieron tiempo de responderme. Mi atención estaba ya desviada hacia lo que entre mis manos, había dejado de ser un palo de metal a rayas blancas y rojas para retorcerse hacia mí en color negro. Unos ojos me miraban detrás de unas gafas apoyadas en una larga y prominente nariz, desdibujadas en la superficie del círculo del Stop.
- Ya puede salir, jefe. –dijo aquella señal con levita mientras me guiñaba un ojo. Al momento, la tapa circular se abrió y un hombrecito en formato de dibujo animado vestido con camisa blanca y pantalones rojos y con dos únicos pelos en la cabeza, saltó a la carretera, justo a mi lado.
- Filemón Pí a su servicio. –se presentó mientras Mortadelo abandonaba su disfraz. –Todo en orden.
- ¡Buen trabajo, muchachos! –bramó el Capitán. -¡Seréis recompensados con el mejor Ron de los mares del sur! ¡Pero basta de charla! ¡A la carga! –gritó abandonando el bajo tono.
Tartamudeé haciéndome oír pero fue inútil. De repente me vi inundada por un ejército de orcos, piratas y todo tipo de personajes, que tomaban la calle principal de Hollywood arrastrándome de la mano sin saber demasiado bien a qué me estaba dejando llevar. Sin embargo, algo dentro de mi me hacía gritar de euforia abandonando la razón, y pronto mis propios pies corrieron entre la masa sin necesidad de que tiraran por mí. Fuera lo que fuese, estaba a punto de suceder.
Continuará.

viernes, 7 de marzo de 2008

Por nadie


Te despertaste ese día

Te dolia la cabeza

Tenias que estudiar…

Los exámenes quedaban a pocos días

Te tenías fe… pero igual estudiaste…

Te presentaste…

Y no aprobaste…

Quizás te faltó ESA palabra de aliento

Que solo ESA persona te pudo haber dicho

O un poco más de estudio

Y menos pc

Quién sabe

No aprobaste…

Y ese sábado Esa persona te habló por Messenger…

Te preguntó cómo te fue…

De la mejor manera…

Vos le respondiste… cortante

Nada de ella te importaba

Le dijiste que era demasiado buena para vos…

Y la dejaste

Te dijo que sufrió

Nada.

Ella salió.

Se divirtió.

Vos te quedaste en tu casa

Como el antisocial que siempre fuiste

Y un día te diste cuenta que sin ella no estás bien

Que la amás

Que la necesitás

Que la relación tendría que haber durado años

Y ella en ese momento se despierta.

En la cama de alguien a quien apenas conoce…

“Disculpá… ¿cómo te llamabas?”

miércoles, 5 de marzo de 2008

No es tan dificil


- Todo lo que tiene usted que hacer es coger esa brocha de pelo grueso que tiene ahí delante, hundirla en la lata de pintura y hacer una línea de unos cinco centímetros en ese lienzo en blanco. Le daremos una ingente cantidad de dinero por ello.
- ¡Jamás! Mi arte se mueve por los senderos de la complejidad; una sola línea en un lienzo no me llenaría el alma lo más mínimo.
- Cómo usted quiera, caballero.


Pasaba por allí un muchacho, quién cogió la brocha, la hundió en la lata y pintó con ella una línea horizontal en el lienzo. Meses más tarde su cuadro fue de gira por todos los museos del mundo y, al final, fue vendido por una ingente cantidad de dinero.
Movido por la más profunda envidia, el artista se consolaba a sí mismo:


- Yo también sé hacer eso…


"La Triste Historia de Little John (3ª Parte)" coming soon...

martes, 4 de marzo de 2008

El escritor y su musa.


El escritor miraba como golpeaba la lluvia en los tejados mientras en su ventana veía a su vez la luz del sol chocar. El minutero del reloj había avanzado dejando tras de sí un lastimoso chasquido y el constante resonar del segundero, que impasible seguía su camino hacia otro minuto más. Lo tenía frente a él. Lo podía contemplar como si hubiera salido de su mente por una vez, para poder hablar con él.

- ¿Qué vas a hacer ahora? –dijo el escritor.
- ¿Qué crees que haré ahora? Después de todo. Yo no soy más que un reflejo de todo lo que has intentado ser –la creación estaba empapada. La calle que había tras ella estaba repleta de charcos, embarrada, sin nadie caminando por allí, salvo el “espejismo” que había dirigido la palabra a su padre.
- No lo sé. Por eso te pregunto qué quieres hacer.
- Si tú no sabes qué quiero... ¿Quién puede saberlo? No soy más que uno de esos hijos que has concebido para una de esas ilusiones que llamas historias. No recuerdo mi pasado. Ni tampoco puedo saber mi futuro. Mis gustos dependen en gran medida de los que tú me das, mi aspecto, no cambia, pero no lo tenía hasta que esas palabras que tienes en el libro fueron escritas... ni volveré a tener aspecto hasta que otro los lea. Podría ser alto o bajo. Podría ser rubio o moreno. Tener los ojos verdes o marrones. Todo depende de lo que tú desees darme. Igual, incluso podrías hacerme chica, ya que ni siquiera has especificado un sexo en mi breve descripción.
- En ese caso... eres una chica. ¿La recuerdas a ella? –el escritor rozó con sus dedos una foto impresa en papel sepia antiguo y su creación sonrió.
- Claro que la recordamos... ¿pero estás seguro de desear que sea así? Quizás el recordar te duela más a ti que a mí... –la creación, había comenzado a tomar la forma de una joven, de pelo castaño claro y ojos claros. Su piel era pálida, pero no era una palidez que mostrara enfermedad... su voz fue lo que más le sorprendió. Había tomado la voz de aquella joven, a medida que había ido tomando su forma. Entonces le sonrió y era como aquel vivo recuerdo que tenía de ella... no. Era ese vivo recuerdo.
- Sigo sin saber qué haré contigo...
- Déjame seguir mi camino bajo la lluvia... en estos momentos... lo prefieres.


El sol se empezaba a ocultar en la calle del escritor, y sobre el escritorio que tenía, una hoja con un fragmento de una historia que comenzaba con un “El escritor miraba como golpeaba la lluvia...” decía hola a la noche que iba a comenzar...

lunes, 3 de marzo de 2008

Otra noche sin ti...




Ya no podía dormir, ya despunta la madrugada.
Yacía desnuda sobre las sábanas acariciando aquella rosa, ya marchita, que me habías entregado. El calor sofocante de Julio penetraba por las rendijas de la persiana y convierte la habitación en un hervidero.


Paseabas por mi mente jugando con mis ideas, pero nunca apareciste. Desesperada comencé a recordarte, y en ese momento un escalofrío me hizo estremecer, haciendo que cada poro de mi piel de dilatara. Un cosquilleo nació en mi interior mientras aquella rosa paseaba por mi vientre.



Un deseo irrefrenable me invadía, y busque desesperada salir de ese estado que desestabilizaba mi pulso. Tímidas caricias comenzaban a resbalar por mi piel. La sangre me hervía y la respuesta a cada caricia era un silencioso gemido. La rosa, que aun tenia en la mano izquierda, hundía sus espinas en mi piel, haciendo llagas cada vez mas profundas.


Suspiros y torsiones de mi cintura... Tenia sed... ¡Quería mas!
Gemía mas fuerte mientras me mordía los labios y un río de sangre bañaba mi brazo hasta las sábanas encharcadas. ¡Iba a estallar! Humedad, calidez, ¡el éxtasis!...


Ya había acabado todo. Una agradable brisa se colaba por las rendijas y el alba despuntaba entre los edificios. Aun no habías desaparecido.


Cogí papel y pluma, y comencé a escribir, siendo mi sangre la tinta, y las llagas la cicatriz de tu ausencia...

sábado, 1 de marzo de 2008

Mi gran aventura. (Parte I)


Me permitiré un pequeño paréntesis para iniciaros en este viaje que posiblemente se prolongue un par de sábados más. El caso es que hoy llevo todo el día pensando a vér qué demonios de idea es la que cuaja en mi cabeza sin huír antes de que la retenga, y al final, tuve una especie de revelación. Probablemente muchas de las frases que os leáis aquí os suenen, pero no quiero desvelar los entresijos de esta gran aventura que comienza. ¿Os atrevéis a venir conmigo a Fantasía? ¿O quizás al País de Nunca Jamás? ¿Tal vez a Matrix?



- Mmmmm… -mi primer gruñido mañanero. Me desperecé y algo duro y frío substituyó a mi mullido colchón. –Qué… -balbuceé mientras mis párpados iban levantándose perezosamente. El contorno de una silueta fue delimitándose ante mis ojos a medida que la luz se filtraba en mis retinas, y un rostro masculino me hizo dar un bote. -¡¡Ahh!!

Ante mí, tenía a un hombre, o al menos los rasgos de su cara decían eso muy al contrario que sus ropas, de cabello moreno y perilla puntiaguda y finos bigotes repeinados, cuyo atuendo parecía sacado de un cuadro de Velázquez. Me miraba con los ojos brillantes, sonriente, y me tendía su mano con cierta gentileza gestual.
- ¿Qui- quién es usted? –logré articular.
- William Shakespeare para servirla a usted, hermosa dama. –contestó mientras me rozaba tan siquiera el dorso de la mano con sus labios. ¿Shakespeare?
- Claaaro… -dije con fingida exageración por no haberlo “reconocido”. –Isabel la Católica, un placer. –me presenté siguiéndole la corriente no sin cierto tono burlón mientras le estrechaba la mano con fuerza. Me froté la cabeza mientras me incorporaba. –He debido de darme un golpe fuerte.
- ¡Marineros! ¡Preparados para zarpar! –aquella voz gutural me hizo girarme en redondo.
- Muuuy fuerte. –añadí al ver a segundo hombre aparecer por la puertezuela con una vestimenta aún más pintoresca. Sobre sus pantalones bombachos un tanto sucios, se ajustaba un ancho cinturón de cuero sobre el que pendía la funda de un cuchillo de mango de marfil, y un montón de artilugios más que no sabría definir. Una larga espada se arrastraba al mismo tiempo que su pata de palo, y un parche negro como el interior de sus encías le cubría el ojo.
- ¡A qué esperáis, sabandijas! ¡No tenemos todo el día! –bramó braceando hacia nosotros, mostrando el reluciente diente de oro que sustituía a uno de sus premolares. Estupefacta, me levanté de un salto y miré al supuesto Shakespeare, llamémosle William, arqueando una ceja.
- Oh, es Espronceda. Se le ha ido un poco la cabeza con eso del pirata… ya sabéis como son esas cosas, mi doncella. Seguidle la corriente. –me informó en un susurro provocando en mí otra carcajada sarcástica. -¡A sus órdenes, capitán! –gritó cuadrándose ante el pirata, mientras yo ojeaba a mi alrededor para encontrar una pista de aquella irreal situación.
- ¿Dónde diablos estoy…? –dije casi sin darme cuenta.
- En lo más alto de la más alta torre, custodiada por un temible dragón… pero ya nos hemos encargado de él, mi dama, no debéis temer. –me informó William galantemente. –Perdonad la burda bienvenida de Don José, y permitid que os agradezca que hayáis acudido a nuestra llamada.
- Em…. ¿yo? –tartamudeé un tanto perdida.
- La modestia es una virtud que os honra. Pero no debemos perder más tiempo. Partamos pues. –dijo arrastrándome del brazo hacia la gran ventana de piedra sin dejarme tiempo a reaccionar.


Para incremento de mi sorpresa, un gran barco flotaba en el aire justo delante de la ventana, y un pequeño puente colgante me conducía desde su repisa hasta la cubierta de la galera. Sobre sus mástiles ondeaban grandes velas negras y una gran calavera blanca se dibujaba en su más alta bandera.


- Bajel pirata que llaman,

por su bravura, El Temido,

en todo mar conocido

del uno al otro confín. –informó el Capitán Espronceda invitándome a subir a bordo.

Varios hombres de aspecto mucho más desaliñado que el capitán recorrieron la cubierta afaneados en sus tareas, con los vivos y rojizos rostros encendidos por el ron que se respiraba en el lugar. El Capitán se encaramó a la popa y cantó:


- Navega, velero mío

sin temor,

que ni enemigo navío

ni tormenta, ni bonanza

tu rumbo a torcer alcanza,

ni a sujetar tu valor.


Y al ritmo de su canción, el gran navío surcó las nubes, llevándome a algún lugar en el que nunca sabré si llamar cerca o lejos.