sábado, 22 de marzo de 2008

Estamos en crisis



- Estamos en crisis. Fíjate bien, -el dedo índice pasa zumbando ante la cara del otro para recaudar todavía más atención al énfasis que de por si confiere su tono de voz, -la mitad de mi sueldo se me ha ido este mes en la hipoteca; y la otra mitad, en facturas.
- Amén. –asiente el interlocutor, hombre tan robusto como callado, mientras saborea su trago de Osborne.
- Aún con el sueldo de mi mujer, a duras penas conseguimos tirar. Entre pagar escuela, pagar gasolina, pagar comida… Hoy somos tres a dormir en mi cama: mi mujer, yo y la hipoteca. Es el nuevo contrato matrimonial, pero sin dos personas que lo sustenten, está abocado al fracaso. –un contundente giro de cabeza y su compañero asiente con brío. –Es la esposa más exigente e infiel que te puedes echar a la cara. Fíjate que hoy se acuesta con más de la mitad de España… -los dos se permiten una amplia carcajada que hace bailar los licores en los vasos. -¿Y los sueldos? Diez años llevo ya trabajando para la misma empresa. Diez años, ¡diez! –los dedos de sus manos se abren insistentemente ante las narices del atento oyente. –Y malditas las cuatro perras que me han subido en todo ese tiempo. Son unos chupasangres. –su interlocutor se permite un ligero gruñido que acompaña el cabeceo de aprobación. –Pero la culpa es nuestra, que nos dejamos sangrar. Si fuera como antes… ¿Antes? Antes esto no era así. Eran otros tiempos. Difíciles y aún así el pueblo sabía pedir su lugar. –el puño cayó pesadamente sobre la mesa. –Nos hemos vuelto conformistas, tan protestones y gruñones que solo sabemos quejarnos de los latigazos sin amarrar el brazo que nos fustiga. –hace una pausa y se permite otro trago de coñac mientras la tez roja de su cara vuelve a la normalidad tras la exaltación del momento. – ¡Estamos en crisis, joder! Y lo que hace falta, ¡es una revolución! Tanta manifestación y tanta firma que no sirve de nada. ¡Actuar es lo que hay que hacer! –su cara recupera progresivamente el color rosado mientras su puño se cierra con potente teatralidad. -¡Tomar las riendas! ¡Ni impuestos, ni hipotecas, ni IPC, ni gaitas! ¡A esos cabrones es a los que hay que ponerle la soga al cuello!¡Pero una bien gorda!
- ¡Amén! –secunda asintiendo con la cabeza.
- ¡Camarero! ¡Cóbrame! –grita al muchacho que está detrás de la barra secando la vajilla.
- ¿Dos coñacs? Doce euros. –dice tranquilamente. El hombre se termina su trago y saca su cartera a regañadientes. Abre el hueco de la billetera comprobando que le queda un billete de cinco euros.
- ¿Aceptas tarjeta?

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