miércoles, 7 de enero de 2009

Propósitos y despropósitos




Primero de nada, y aunque el día de Reyes de ayer marcó la traca final de las Navidades, me vais a permitir aburriros una vez más con la clásica felicitación navideña, pero hay tradiciones que es bueno mantener. Y así también introduzco el tema del que hoy quiero hablar. De tradiciones. Más bien de una en concreto. Los propósitos de año nuevo. No es del todo exacto decir que tocaré este tema, aunque sí tiene mucha relación.
Pensando ayer en este tipo de nuevas metas que la gran mayoría nos marcamos cada uno de enero para desarrollar durante el siguiente año, se me ha venido a la cabeza una especie de traslado de propósitos a otro contexto: el nuevo curso.
Creo que los que, al igual que yo todavía, seáis estudiantes universitarios y sobre todo si vivís fuera de casa y tenéis que apañároslas solitos os sonará esta situación. Finales de septiembre. Empieza un nuevo curso, y con él, hay una serie de propósitos mentales que no suelen fallar: este año estudiaré a diario; me compraré una agenda y organizaré los días para estudiar; haré más deporte puesto que al organizarme tendré tiempo para ir al gimnasio; comeré bien, sólo me pediré pizza una vez al mes, la pasta y el arroz se reducirán a una vez a la semana y comeré más pescado y verdura; limpiaré la casa a diario… etc. En muchos casos habría que añadir alguno como “este año prometo beber menos y no salir el mes antes de los exámenes, en mi caso no lo es puesto que la marcha que Ferrol me ofrecía me quitó las ganas de salir de fiesta y tampoco me ha gustado mucho el alcohol nunca.
Mentira, ¡mentira cochina! ¡No lo vamos a hacer! No vamos a estudiar a diario. Comprarás una agenda que al final del año cuando tengas que hacer la mudanza encontrarás tirada debajo de las montañas de apuntes que no has tenido tiempo de ordenar por que estabas, o bien de fiesta o bien haciendo maquetitas como en el caso de los pringados de diseño industrial (nótese la especificación personal), y te acordarás del propósito que renovarás pensando algo así como: ¡la agenda! Tengo que comprarme otra, el próximo año estudiaré a diario. ¡Mentira cochina!
Tampoco has ido al gimnasio. O tal vez sí, lo que significará que tienes una ristra de suspensos que te traerán hincando los codos en septiembre mientras el resto luce la tripa que ha ido sacando todo el año fuera de los gimnasios y tú luces tableta de chocolate a los reprimidos de las bibliotecas (tópico que no he podido evitar).
No has comido bien. Empezaste las primeras dos semanas, mientras no cogías el ritmo del nuevo curso. Verdurita, pescadito… incluso hacías recetas elaboradas. ¡Hasta fregabas la loza después de comer! Después empezaron las salidas a comer fuera, a esa cafetería-bocatería barata que hay al lado de la Universidad donde lo más parecido al pescado que te sirven son los calamares a la romana en un plato combinado con patatas fritas, croquetas y salchichas. Cuando vas a comer a casa resultó que llegabas con un hambre de caballo y poco tiempo o pocas ganas para cocinar, con lo cual, acabaste cediendo de nuevo ante la pasta y el arroz, a los cuales empezaste por añadir una elaborada salsa boloñesa con tomate natural, su laurel y su carne picada recién comprada en la carnicería, y que gradualmente fue perdiento la naturaleza del tomate, el laurel y la carne para acabar siendo un nido de spaguettis con un chorreón de Solís que ya te daba pereza hasta calentar en el microondas.
Terminaste asqueándote del Solís pero tampoco había dinero para comprarse las salsas elaboradas de turno, que son tres veces más caras y puesto que el dinero te lo has gastado en el último botellón al que has ido, pues no hay.
Respecto a lo de limpiar… si eres uno de los afortunados al que le ha tocado un piso con lavavajillas todavía tienes suerte. Si vives solo, fregar el plato, el tenedor y el vaso de los spagetti con Solís no te mata, aunque la mayoría comparte piso con dos o tres personas, así que esta cantidad se multiplica por tres. Lo de hacer la cama… ya varía de personas. Recomendación es hacerla si no vas a limpiar, más que nada para que las sábanas dejen vía libre a las bolas de pelusa que se pasean por el suelo como los arbustos rodantes del desierto.
Pues no. Otro año más, después de dos, tres, cuatro, cinco o incluso más años haciendo los mismos propósitos al empezar las clases, te encuentras en junio pensando en volver a hacerlos de nuevo. ¿Por qué? ¿Uno de los misterios del ser humano? Supongo que será por esa romántica idea de que la esperanza… es lo último que se pierde.
¿Y vosotros? ¿Qué propósitos habéis hecho para el nuevo curso/año? Y lo más importante, ¿cuántos creéis que vais a realizar?


3 comentarios:

AGR dijo...

Pues yo aun no soy universatario, pero me falta poco (al menos eso espero, (toco madera))!!! De todas formas, creo que esto es un poco extrapolable a la vida de un estudiante de bachiller, o visto como están las cosas, a la de cualquier estudiante jaja.

De todas formas, yo creo que seguiré viviendo en casa, ya que, hay un 99% de probabilidades de uqe vaya a la uni de ZGZ, aun no se a qué carrera exactamente, pero a la de zaragoza jajaja. Ya me gustaria a mi viajar también. Y los propósitos, propósitos son..... Saludicosss

Benito Camelas dijo...

a estas alturas del curso, te doy la razón, has descrito mi primer año de carrera hasta el momento...

Natalia Corbillón dijo...

jajajaja es una progresión sin fin.