martes, 29 de enero de 2008

El final.


Su silueta se recortaba en la ventana. La lluvia caía incesante frente al cristal, y su mirada se perdía en cada gota que iba continuando su caída cristal abajo. El flequillo le caía sobre unos ojos grisáceos que parecían haberlo visto todo. Entonces sintió el abrazo.

- ¿Qué ocurre? –sonó la voz que le había acompañado tanto tiempo. Aún sonaba frágil. Deseosa de saberlo todo a la par que temerosa de conocer las respuestas.

- Se está acabando.

Y el silencio los envolvió de nuevo, solo roto por el sonido de la lluvia y del reloj al realizar su incansable recorrido hacia la siguiente hora. Sintió el abrazo. Un abrazo protector, un abrazo sincero, un abrazo que evitaba cualquier golpe de una vida demasiado larga, un abrazo amigo. Los brazos que envolvían su cintura no querían dejarlo escapar. Pero ese momento era el final.

El humo del cigarro consumiéndose creaba el único cambio de color en la penumbra de la habitación. El olor a tabaco se confundía con el aroma que desprendía ella. La que siempre había sido su apoyo. La que tantas veces había roto su corazón y a la que tantas otras veces había acudido en busca de consuelo, para evitar que se terminara de romper el alma con la que sentía.

Se miro al cristal, y con las luces del exterior reflejadas en su mirada, vio el brillo de sus ojos. Seguía sintiéndose un villano. Alguien que no había conseguido nada. Entonces llevó su mano a las de ella, suspiró intentando que los pesares se fueran más allá. Fuera de aquella habitación. Pero no pudo. Cuando bajó la mirada a las manos que lo agarraban, surgió la esperanza. Pero al palparlas se desvaneció de nuevo. Nunca sería lo que había intentado ser junto a ella. No había cambiado su interior… solo su comportamiento. En el fondo, todo había sido mentira.

Y entonces, todo acabó.

1 comentario:

Adam Pérez dijo...

Curioso...muy curioso...tengo que releerlo xD pero anticipo que algo no me cuadra.