martes, 1 de abril de 2008

Las cicatrices del corazón de un perdedor.


Hay mujeres que marcan nuestras vidas. Esas que con sus guiños picantes y sus sonrisas llenas de luz nos hacen creer que Satanás no es lo suficiente fuerte como para evitar que las sigamos viendo. Y que no hay belleza en el cielo para hacernos despegar los ojos de ellas. Después está su forma de ser, destilan carisma por sus poros. Tienen esa chispa que quema y atrae a la vez.

Muchas mujeres así surgen en nuestras vidas. A veces, una marca más que las otras, a veces no. Pero siempre, por olvidadas que las tengamos, un número o una foto nos hace recordarlas, y pensar en qué pudo haber sido si tras un comentario hubiéramos dado los pasos pertinentes. En nuestros labios aparece una sonrisa de medio lado, irónica y que nos hace pensar que eso ya pasó. Pero que el último café no nos lo arrebatará nadie, y decidimos llamar.

Su voz sigue siendo de miel, y su forma de pronunciar las palabras como el más dulce te quiero jamás pronunciado. Tocamos la cicatriz de nuestro corazón, y sabemos que la vieja herida vuelve a sangrar… sabiendo que nosotros hemos hecho que salten los puntos. Y cuando aceptan una invitación para un café, desempolvamos la chaqueta de cuero, ya con más de un picotazo dado, y que empieza a perder su color inicial. Agarramos la colonia esa que decíamos que no usábamos porque olía raro, cuando en realidad no olía raro, éramos nosotros los que no queríamos oler igual que antes. Y sonreímos socarronamente al espejo, recordando aquellos momentos en los que éramos más tenaces, nobles y santurrones.

Pero cuando llega la hora, con la chica frente a ti y el café servido, las piernas tiemblan igual que la última vez. Y ahora aparece un nuevo miedo. El miedo al no. Que nos cose los labios y nos arrebata las ganas de intentarlo. Aunque creamos que en sus ojos se espera con ganas ese momento. Surgen recuerdos y situaciones ya vividas, y sabes que, independientemente de que ese cruce se más largo o más corto, ya no eres el mismo.

Aunque ella si lo sea.

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