sábado, 3 de mayo de 2008

Gata perdida.


Llegó como llegan las mareas, con brisas cálidas. Me dijo que me regalaba algo que era demasiado frágil, que no quería que acabara hecho pequeñas esquirlas, pero a la vez, que no quería que el mío pudiera acabar igual. Yo dejé escapar una sonrisa, demasiados palos había recibido un ajado corazón como el mío, para que no me atreviera a deleitarme con la miel del amor, aunque fuera una ultima vez. Y acepté un contrato firmado con besos y abrazos. Descubrí de nuevo el gran hueco donde se puede reposar la cabeza y el aroma envolvente de las damas.

Por instantes, dejo de ser humo y sombras, para redescubrir secretos que quedaron olvidados. Todo por un ella. Por el “ella” de la mejor de las historias. La que se vive. Y aunque quizás mañana ella siga su camino. O no seamos el uno lo que buscaba el otro. Aunque la palabra amor, se convierta en olvido o peor, en rutina. Por una vez, parece que la diosa Fortuna me ha sonreído levemente para dejarme en mi camino el regalo de una gata de piel morena y ojos pardos.

Hoy el sol brilla con más fuerza. Mañana, ¡quién sabrá!

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