
Llegó como llegan las mareas, con brisas cálidas. Me dijo que me regalaba algo que era demasiado frágil, que no quería que acabara hecho pequeñas esquirlas, pero a la vez, que no quería que el mío pudiera acabar igual. Yo dejé escapar una sonrisa, demasiados palos había recibido un ajado corazón como el mío, para que no me atreviera a deleitarme con la miel del amor, aunque fuera una ultima vez. Y acepté un contrato firmado con besos y abrazos. Descubrí de nuevo el gran hueco donde se puede reposar la cabeza y el aroma envolvente de las damas.
Por instantes, dejo de ser humo y sombras, para redescubrir secretos que quedaron olvidados. Todo por un ella. Por el “ella” de la mejor de las historias. La que se vive. Y aunque quizás mañana ella siga su camino. O no seamos el uno lo que buscaba el otro. Aunque la palabra amor, se convierta en olvido o peor, en rutina. Por una vez, parece que la diosa Fortuna me ha sonreído levemente para dejarme en mi camino el regalo de una gata de piel morena y ojos pardos.
Hoy el sol brilla con más fuerza. Mañana, ¡quién sabrá!
No hay comentarios:
Publicar un comentario