domingo, 4 de mayo de 2008

Para una dama especial.


Primer domingo de mayo. En España, junto dos o tres países más, se ha elegido esta fecha para rendir homenaje a la persona con la que algún día compartimos el lecho más estrecho durante nueve eternos meses. La impulsadora inicial del día de la Madre fue una estadounidense, Anna Jarvis, quien perdió a su madre prematuramente y consiguió que en 1914, el Congreso de los Estados Unidos aprobara el Segundo domingo de Mayo como celebración oficial del Día de la Madre, y fiesta nacional en el país. Enseguida otros cuarenta países se sumaron al americano, pero lo que en principio Anna había concebido como una honra a la labor de todas las madres se convirtió poco a poco en una fiebre mercantilista que hoy en día sigue bombardeando la vista con los reclamos comerciales. Así, la propia Jarvis se volvió contra su propuesta y murió tratando de revocar aquello que ella misma había conseguido.



Después de esta pequeña introducción histórica una se pregunta si hoy en día podría establecerse alguna celebración cuyo noble principio no fuera manchado por las sucias manos del marketing capitalista. Sin entrar en estos detalles voy a permitirme reflexionar sobre esas pequeñas cosas que hacen que mi madre se merezca hoy que la mimen un poco más:

Por mucho que un padre suene como el “cabeza de familia”, algo rotundo e imponente, cuando mamá entra en casa es su estado de ánimo el que manda. Si su cara está tensa, automáticamente al resto se nos atenazan los nervios. “¿Qué habremos hecho? ¿Quién se la cargará hoy? ¡Mierda, no eché la ropa a secar!” Son algunas de las frases fugaces que se te pasan por la mente como un tren a toda velocidad. Sin embargo, si cuando abre la puerta, te saluda con una sonrisa… esa sonrisa. Esa sonrisa que es más cálida con los años, que no te contagia una carcajada, pero que por dentro algo se te relaja sólo con mirarla. Esa sonrisa por la que valen la pena muchas lavadoras sin tender.

Otra virtud que tiene mi madre, no sé si las vuestras también, es cuánto le duran las cosas. Al que más al que menos, la nueva camiseta super fachion que se compró el otro día en Zara le durará un par de meses, eso si no se deshilacha antes o si los requerimientos de imagen y moda actuales no hacen desecharla antes de que le salgan bolitas. En cambio, en su armario la ropa parece no tener fecha de caducidad. Mientras los pantalones no le tengan aire acondicionado de ese que surge con el tiempo, ella seguirá reservando las estrenas para mi armario y el de mi hermano. Eso sí, cuando por fin la ocasión la obliga y se ve obligada a sacar su mejor traje a relucir y arreglarse, ya puedes llevar puesto el mejor traje de marca, que estés lo guapa que estés, ella siempre te parecerá más bonita.

Y hablando de ropa, ¿¿¿Cómo diablos hace para distinguir cuales son los calcetines de mi hermano y cuales los de mi padre??? Esa capacidad sólo la pueden tener las madres. Yo no lo entiendo. Son iguales, de esos que vienen en pack de cinco… mismo tamaño y todo. Pues ella sabe cuáles son de cada uno.

Otra cosa de la que intento aprender, pero me cuesta, es su capacidad de organización. Trabaja a jornada completa fuera de casa prácticamente de lunes a domingo, en un trabajo no muy relajado que se diga. Este caso en particular ha sido bendecido con un marido y un hijo algo vagos que hacen el enorme esfuerzo de hacer la cena si ella no está. Eso sí, la comida se la deja ella hecha la noche anterior. Aún así, en el armario la ropa aparece diariamente lavada y planchada y la cocina recogida. Además es capaz de llevar toda la economía de la casa al día, controlar que mi hermano se acuerde de ir a sus citas, seguir mis enfermedades regularmente aún a doscientos cincuenta kilómetros de distancia, vigilar las plantitas de lo que intenta desesperadamente que se parezca a un jardín y lo mejor de todo…¡duerme!

Hay algo que hace que al final, acabes acudiendo a ella. Puede ser con una bronca, con una crítica, con un consejo o con una felicitación, pero sea con lo que sea consigue tranquilizarte. No sé si los científicos darían alguna explicación técnica de algún compuesto que se liberó cuando estábamos en el vientre, pero sea lo que sea, funciona. Hay cosas que un amigo comparte contigo, pero que cuando las compartes con tu madre aunque la solución no aparezca, el problema parece reducirse de tamaño por momentos.

Otra virtud que tienen las madres es la de decir cosas con el silencio. Tienen caras para todo. Con una sola mueca pueden estar diciéndote: “Yo no lo haría, Mejor que no lo hagas, Más te vale que no lo hagas, Prepárate cómo lo hagas”. Eso, si te dicen algo. Porque, ¡ay! ¡cuando deciden aplicar la ley del silencio! Esa tortura debieron de emplearla ya los romanos en el siglo quinto. Cuando pasas la barrera de los cinco días soportando la incertidumbre del qué habré hecho, la ausencia cortante de palabras durante las comidas, las bolas de hierba seca rodando por el desierto cada vez que os cruzáis por el pasillo mientras suena La muerte tenía un precio… ¡suplicas que vuelva al tradicional castigo de la zapatilla!

Por estas y por muchas otras pequeñas cosas que mi hambrienta mente de un domingo lejos de la comida y los mimos de mamá provocan que me olvide de mencionar, hoy quiero rendir un homenaje con un poco de humor a las madres. No a las madres en general, porque por desgracia se dan unos pocos casos en los que tales mujeres no merecerían llevar ese nombre.


Este recuerdo humilde va para aquellas que hacen que los hijos nos sintamos protegidos al mencionar su nombre, que pase lo que pase, y nos falle quien nos falle, su figura siempre va a estar ahí para hacernos unas lentejillas y prepararnos la bolsa de agua caliente para los pies si tenemos frío. Y también para las que no se pueden permitir esos detalles porque no disponen de los recursos, y tienen que demostrar a sus hijos qué significa ser madre luchando por mantenerlos vivos saltándose la ley si es preciso.



A las madres y a los hijos que disfrutamos de ellas, ¡feliz día de la Madre!


2 comentarios:

Carlos dijo...

Buenas tardes,

aprovecho para fecilitar a mi madre y a todas las madres del mundo y en especial a las que conozco, como la tuya. Dale recuerdos de mi parte y una vez más, las gracias por el buen trato que me ha dispensado todas las veces que he ido a vuestra casa.

Un besazo!

Lalih dijo...

A este lado del charco el dia de la madre es este domingo... leyendo tu texto me he reafirmado lo que pensé el miercoles pasado, cuando en una pasteleria, me encontré con una amiga del colegio y su novio y saltó el tema del dia de la madre y los regalos, el chico este dijo... Mi madre ya nos ha pedido el regalo que quiere, un par de zapatos de noseque marca y bla bla bla... y yo les dije medio en broma medio en serio... yo le regalaré un abrazo, es barato, me agrada darlos y encima es lo único que puedo darle, que salga de mí y sobretodo, que sea de corazón... claro las risas no se hicieron esperar, porque me dijeron que era una tacaña, pero que hacerle... a veces una muestra de cariño vale más que lo que el dinero pueda comprar...

en fins... besos!!!


y feliz día de la madre, mami!!!!!