miércoles, 21 de mayo de 2008

Retrato de una estampa del pasado.

La luz de una chimenea apagada muchos años atrás iluminaba la limpieza de los polvorientos suelos de la estancia. Libros convertidos en trozos de comida para las ratas y estantes presa de la carcoma decoraban la habitación, adornada también con viejos retratos de personas que hacía mucho que no pisaban esos suelos. Los cristales de la casa, recubiertos de mugre, ya no dejaban ver lo que se hallaba en el exterior. Y frente a la chimenea, un viejo sillón de orejas, que antaño había cobrado un color rojizo, esperaba aún que su dueño volviera a reposar en él, aunque los muelles sobresaliendo del lugar donde el cuerpo debía descansar asomaran. Los bustos de la habitación, tenían un recubrimiento de moho, e incluso del techo, en algúna que otra gotera asomaba un rastro de plantas que solo Dios sabría como habían llegado ahí... Y en una pared, un grabado con una frase de una antigua película rezaba:



“¿Qué es un fantasma? Una tragedia condenada a repetirse una y otra vez. Un instante de dolor quizá. Algo muerto que aparenta estar vivo. Una emoción suspendida en el tiempo. Como una fotografía borrosa. Como un insecto atrapado en ambar.”



En el fondo no era más que una vieja habitación. Con su propietario olvidado en el tiempo.

3 comentarios:

Alejandra. dijo...

El tiempo es el unico maestro que acaba matando a sus discipulos.

Anónimo dijo...

Qué fase tan cierta aless.

Me gusta mucho tu relato Héctor, es como ver una fotografía antigua. Por cierto, ¿de qué película es ese parrafillo?

Alejandro Candela Rodríguez dijo...

De "El Espinazo del Diablo", de Guillermo del Toro.