lunes, 9 de junio de 2008

Rebuscando en el cajón

La absorción que provocan los exámenes hace que por primera vez no pueda exprimir tiempo y cerebro con algo original, así que subiré uno de esos papelotes que caen en el cajón de la trastienda de los escritores. Una poesía, para variar.




Maldito sabor amargo,
Que empapa el salado de mis lágrimas
Sumiendo en eterno letargo
Las palabras que llenan mis páginas;
Palabras de una vida cansada
Harta de seguir luchando
Por alzar cada día la mirada
Al mundo por el que sigo caminando.

Me ha tocado vivir en tierra mojada,
Por ahogos de penas en llantos
De los huesos roídos y la paja
Donde se acuestan los perros de tantos;

Tantos que se miran al espejo,
Buscando la riqueza que acumulan sus manos,
Y hay tanto vacío en su reflejo
Como solos están sus frios brazos.
Mil gotas de agonía
empapan ahora el fondo de mi ser,
ahogando los mil gritos de socorro
que aclaman ahora el deseo de renacer.


Las doradas plumas del fénix
Que en mí habita
Escaman poco a poco la débil membrana
De mi corazón,
Recomponiendo los trozos rotos de una hermosa mentira
Que un día nubló los jóvenes firmamentos
De mi razón.

Forjadas con rabia,
Templadas con lágrimas,
Se yerguen sobre el campo de batalla,
Las armas que antaño fueron forjadas.

Mi escudo se levanta ahora poderoso;
Hierro y sangre;
Sed y hambre;
Serán mis deseos más honrosos.

Guardaré tus recuerdos en una cajita
Bajo un candado de cien llaves de oro y espinas,
Para que el fino dolor de sus púas
Me recuerde el porqué de mis heridas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ay amor, que doloroso es el desamor.