lunes, 4 de febrero de 2008

Una noche cualquiera...


Tumbado mirando el techo, mientras la sábana lo cubría de cintura para abajo, encendió un cigarrillo. La respiración acompasada de la joven que dormía junto a él arrancó una sonrisa de sus labios. Ella rozándole el costado con su espalda, cediéndole parte de su calor. Con el dorso de su mano acarició el cabello de la muchacha que seguía en esa cama, a su lado. Miró mientras se regodeaba en la sorpresa de descubrir lunares salpicando la espalda de la chica, otra sonrisa que se le escapó embelesado. Aspiró una calada más del cigarrillo y rememoró lo que minutos antes había sucedido.

Piel suave, aroma a dulce, reflejos de luces ajenas a la habitación reflejándose en los cabellos dorados de un ángel, las curvas de una mujer siendo recorridas sin prisa por sus manos, el aliento de una muchacha en su cuello… Ojos verdes taladrando los suyos en el momento que ambos se fusionaban. Besos pícaros que se convertían en besos tranquilos. Sonrisas y más besos. Bromas y juego. La unión de dos cuerpos que encontraban el paraíso en el del enfrente.

El cansancio no lo venció cuando ella se durmió, decidió seguir abrazándola, velar su sueño, después de todo, esa noche no era como otras, no tenía que huir como un ladrón antes del amanecer. Siguió recordando, deseando que el aroma de su piel lo arropara… y lo arropó.

No por extraño era menos agradable la forma de haberse encontrado ambos. Dos corazones desengañados del amor que no volvería intentando ahogas sus penas en vasos. Tras las bromas y el coqueteo en un bar donde los clientes iban acabando y marchándose poco a poco, el alcohol –o el amor- hizo que ambos acabaron en una misma habitación, en una misma cama.

Recordó el timbre de la voz de ella, guiándolo. Como dos personas que estuvieran aprendiendo de nuevo como andar, redescubriendo viejos secretos que nunca habían olvidado.

Los dedos continuaron recorriendo la espalda después de haber recorrido el cabello, que terminaba su largura en los omóplatos salpicados de lunares, y contempló como se erizaba la piel levemente.

Un susurro acompañado de un suave movimiento y de nuevo esa mirada de esmeraldas traspasando sus ojos y llegando a su corazón. Un beso más… Si eso era un sueño, que no llegara el despertar jamás.

Caricias que estremecían, más que la piel, el alma. Dos espíritus afines que habían entrelazado sus historias. Dos plumas que surcaban una misma hoja, un mismo renglón. Dos pinceles que coloreaban un mismo lienzo. Dos manos que creaban una misma pieza. Dos corazones que creaban un mismo sentimiento. Dos niños jugando a ser mayores.

Entrelazaron sus manos y se volvieron a besar. Hablaban mientras seguían tocando os acordes de la canción del amor, en la que no había cabida para los versos de funestos presagios, solo viejos momentos que ya no eran añorados, sueños a cumplir, futuros fusionados y encajados para compartirlos el uno y la otra…

Los sudores de ambos habían pasado a formar parte de un mismo bálsamo en el que bañar sus heridas. Solo estaban ellos, población de un planeta tan grande como esa habitación. Las pieles seguían rozándose, risas ahogadas y susurros para evitar que en su mundo entrase alguien más. Palabras que los envolvían a ambos. Él enterró su rostro en el cuello de ella y ambos hicieron un lazo alrededor del otro. Un lazo que no quería que se rompiera nunca. Sonaron promesas que durarían el tiempo que tardara el olvido en alimentarse de ellas en la memoria de ambos. Corazones abiertos de par en par… o por vez primera, ¿qué más daba?

Y el amanecer se encontró con las cortinas, para no sorprenderlos. Las cortinas apenas mecidas por la brisa del mar los vio dormir entrelazados. Enredados la una con el otro. Siendo ambos el protector y el protegido de quien se hallaba entre sus brazos, la esperanza de un futuro sin dolor, el perdón de sus pasados, un par con el que compartir una –dulce ahora- soledad.

Y el atardecer conjunto con el despertar llegó, pero daba igual, porque habían despertado juntos. Y eso era lo único que importaba.

7 comentarios:

Adam Pérez dijo...

Prefiero no comentarlo por aquí ;)

ToYu

Lalih dijo...

*-* Me encanta como escribes, ya te lo he dicho ;) y este texto en particular :D las razones me las guardo :P

ains!!!! xDD

besos mi niño wapo


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te quiero ;)

Anónimo dijo...

Dios... Me he quedado muda de repente. Es genial, las palabras escogidas que parece que fluyan mas que pensarlas. Genial... Ves pasandome el link cuando actualices esta cosa ;)
Besos!
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*Rakel ha pasado por aquí, y casi se muere*


P.D: Genial... Dios... *w*

Alejandra. dijo...

Sencillamente genial, como un cuento de hadas.
Quien te haya servido de inspiracion merece un lugar privilegiado en tus recuerdos

Anónimo dijo...

Me has dejado de una pieza, describir un sentimiento, una sensación de una manera tan explicita, con tanto cariño, hacen que me muera de ganas de poder sentir algo tan bello algún día. Eres afortunado y haces a los demas participe de tu fortuna, por favor avisa cuando escribas de nuevo:)

Anónimo dijo...

No se si voy a porder escribir lo transmitido por este texto acojonante te as lucido estoy esperando tu siguiente publicacion aver si esa la puedo explicar mejor jeje!!! sigue escribiendo asi que vales un monton

Héctor Ruiz dijo...

Cagonlaleche... pero quienes sois??? xDDDD