lunes, 10 de marzo de 2008

Diagnóstico


Me muero. Lo sé. El doctor lo dijo. Me comenzó a dar mala espina desde que acudí a su consulta y en lugar del “buenos días ¿como está?” dijo que lamentaba tener que darme una mala noticia.

Todo empezó hace unos días. Cuando desperté en medio de la noche. Empapado en sudor. Con una tos bronca, fuerte, desgarradora. La sangre acojonó lo suyo, pero lo que de verdad tuvo el mérito del susto fue la siguiente tos. No eché sangre, o bilis. Me arranqué un trozo de mí.

- Cáncer –las palabras cayeron como un hacha sobre la cabeza de un condenado –Terminal. Puede que le resten dos meses “tranquilos”. Después llegará el dolor. Si lo desea… el hospital tiene buenas instalaciones… Lo siento…

Joder. ¿Lo siente? ¡Y una mierda! Lo siento yo. Yo soy a quien le acaban de poner fecha de caducidad. El que ya empieza a respirar con la muerte pegada a la espalda.

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Tiré los cigarrillos a la primera papelera que vi. Pensaba que habiendo vivido tanto lo mínimo era morir a manos de algún capullo con suerte. Dejar el mundo con una sonrisa socarrona y mi cigarrillo en mis labios, como tantas veces había irrumpido en las reuniones. No así. Nunca imaginé que fueran a matarme ellos, pero así es ¿A quién pretendo engañar? Dos paquetes diarios desde los trece años ¿Qué esperaba? Yo mismo me asesiné.

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He comprado otro paquete. Total, más jodido no puedo estar. Los pulmones me ardieron al correr para alcanzar el puto taxi. Ya no pienso “me estoy haciendo viejo” ahora lo que planea sobre mi mente es “me muero”.

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He ido apartando poco a poco a mis colegas de mi lado. No tienen porqué soportar esto. Miro atrás y no me arrepiento de haber vivido como lo he hecho. Sin embargo, ahora miro delante y tengo miedo.

Esta mañana desperté envuelto en sudor otra vez. A tientas busqué el paquete y me encendí un cigarrillo más. No he tenido que ir al baño. Supongo que el jarabe que me ha recomendado el doctor me evitará tener que echar el resto de mis pulmones.

Miré el revolver. Lo rocé con la punta de mis dedos. El frío tacto del metal hizo que me lo pensara. Tampoco es el final que tenía pensado ¿Qué coño puedo hacer?

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Cat me lo dijo ayer. El comentario que necesitaba para despertar. Para agarrar las pocas fuerzas que quedan: “Si tan poco tiempo te queda, si tan poco tienes que perder… si tanto quieres vivir… Joder, vívelo. Date el lujo ¿Quién sabe si mañana vas a tener suficiente valor para hacerlo?” Pese a ello. Aunque sé que me quedan cosas que vivir.

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Hoy solo quiero esperar. Tener en mi mano el whisky. En mis labios el cigarrillo y esperar ¿Acaso no es lo que hacen los condenados a muerte?

Cuando venga y me vea con mi cigarrillo, mi alcohol, y mi jodida sonrisa burlona, lo sabré completamente segura:

“He vivido bien. Pero sé morir mejor.”

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