lunes, 3 de marzo de 2008

Otra noche sin ti...




Ya no podía dormir, ya despunta la madrugada.
Yacía desnuda sobre las sábanas acariciando aquella rosa, ya marchita, que me habías entregado. El calor sofocante de Julio penetraba por las rendijas de la persiana y convierte la habitación en un hervidero.


Paseabas por mi mente jugando con mis ideas, pero nunca apareciste. Desesperada comencé a recordarte, y en ese momento un escalofrío me hizo estremecer, haciendo que cada poro de mi piel de dilatara. Un cosquilleo nació en mi interior mientras aquella rosa paseaba por mi vientre.



Un deseo irrefrenable me invadía, y busque desesperada salir de ese estado que desestabilizaba mi pulso. Tímidas caricias comenzaban a resbalar por mi piel. La sangre me hervía y la respuesta a cada caricia era un silencioso gemido. La rosa, que aun tenia en la mano izquierda, hundía sus espinas en mi piel, haciendo llagas cada vez mas profundas.


Suspiros y torsiones de mi cintura... Tenia sed... ¡Quería mas!
Gemía mas fuerte mientras me mordía los labios y un río de sangre bañaba mi brazo hasta las sábanas encharcadas. ¡Iba a estallar! Humedad, calidez, ¡el éxtasis!...


Ya había acabado todo. Una agradable brisa se colaba por las rendijas y el alba despuntaba entre los edificios. Aun no habías desaparecido.


Cogí papel y pluma, y comencé a escribir, siendo mi sangre la tinta, y las llagas la cicatriz de tu ausencia...

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